AQUÍ tenéis la repuesta a la pregunta más personal del comentario crítico: Valoración y explicación de las ideas expuestas a partir de la cultura del alumno y de su conocimiento del mundo. Ha sido elaborada por mi excompañera María Eugenia Jordá tras la lectura del texto 20 000 euros en la cajetilla.
Es muy importante que no olvidéis esto: esta cuestión no es una simple pregunta de opinión personal. Como ya vimos en su momento, hay que:
- Valorar las ideas del autor, los argumentos, la vigencia del texto, su actualidad, su interés general o restringido, el posicionamiento del emisor en función de la ideología del periódico en el que escribe...
- Opinar sobre el asunto que aborda el artículo.
- Intentar demostrar conocimientos enciclopédicos (es decir, cultura) y procurar, en la medida de lo posible, relacionar el texto con otros textos (escritos o audiovisuales).
Os dejo también la valoración de un texto que trabajamos el curso pasado: Muy machos, de Rosa Montero, donde se hablaba de la homofobia que había en el mundo del deporte. ¿Lo recordáis?
I.2. Explicación y valoración de las ideas expuestas a partir de la cultura
del alumno y de su conocimiento del mundo.
RECORDAD
QUE EN ESTA PREGUNTA HAY QUE VALORAR
LAS IDEAS DEL AUTOR, OPINAR
SOBRE EL TEMA PROPUESTO Y RELACIONAR EL CONTENIDO CON VUESTRA ENCICLOPEDIA PERSONAL. NO
OLVIDÉIS APORTAR IDEAS QUE NO
ESTÉN PRESENTES EN EL TEXTO. USAD MARCADORES DISCURSIVOS.
Rosa Montero, célebre novelista
y colaboradora habitual de la prensa escrita, aborda en este artículo un asunto
de palpitante actualidad: los prejuicios aún no superados hacia los deportistas
homosexuales. Mediante un lenguaje claro y sin ambages en el que la ironía ya
se percibe en el mismo título, muestra su indignación ante este evidente
retroceso en materia de derechos humanos. Es más, recurre acertadamente a la formulación de preguntas retóricas para
implicar a los lectores y selecciona con premeditación argumentos eficaces y
objetivos a fin de guiar al receptor hacia la tesis final.
Y es que Montero parece tener
razón: "no se puede decir que la cosa progrese a velocidades
supersónicas". Según un estudio del Ministerio de Sanidad
español, todavía hay un 15% de personas para quienes la homosexualidad es «una
enfermedad». Afortunadamente, nuestra homofobia no es la de países como
Rusia, cuyo presidente, Vladimir Putin, ha auspiciado durante su mandato
una serie de leyes que dañan los derechos de los gais. Tampoco es la de Uganda, donde sus gobernantes castigan la homosexualidad con
cadena perpetua. O la de Arabia Saudita, una nación en la que el acto sexual
entre personas del mismo sexo es un crimen sancionado con la pena capital.
En mi opinión, el fútbol, una industria cuya
audiencia mayoritaria es masculina, levanta pasiones en nuestro país, de ahí
que a los clubes les interese ofrecer una imagen asociada con lo varonil:
masculinidad, fuerza o agresividad se convierten, así, en rasgos prototípicos del futbolista. En consecuencia, no debe sorprendernos que la
homosexualidad se silencie en el mundo del deporte de élite y que siga
considerándose una aberración. Esto confirma que España, a pesar de gozar de una de las
legislaciones más progresistas del mundo, continúa siendo homofóbica.
Ya es hora de que la homosexualidad se
normalice en el ámbito futbolístico, pues la normalización ha llegado a otros
sectores: ministros como Fernando Grande-Marlaska, cantantes como Ricky Martin, presentadores como
Jesús Vázquez o actrices como Jodie Foster han dado ya su primer paso
declarando públicamente su orientación sexual. Al fin y al cabo, ser gay no ha de suponer una deshonra.
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