Carmen es una alumna ejemplar con unas calificaciones excelentes |
El pasado 24 de noviembre de 2017, un terrible atentado terrorista en Bir al Abed (Egipto) acabó con las vidas de 300 personas que oraban en su mezquita convencidas de que al término de los servicios continuarían con sus vidas, repletas de ordinarios y banales problemas, latentes anhelos y pequeñas costumbres, ajenas a que serían las víctimas inocentes de tal masacre.
300 muertos, 127 heridos. Nadie habla de la tragedia, todos continuamos nuestras vidas sin reservar un segundo para reflexionar sobre el tema. Este ha sido uno de los atentados más sangrientos en los últimos tiempos, mas la noticia ha ocupado tan solo un breve espacio en los periódicos, muy por detrás de extensos informes sobre beligerantes dirigentes con afán de poder que disputan entre ellos como infantes exaltados, iguales a los de semanas anteriores.
¿Por qué no ha tenido este hecho el impacto de cualquier atentado de tales proporciones? En Occidente, las vidas de aquellos que pasan su frontera no son valiosas, tan solo una molestia, una mancha en la inmaculada moralidad de los países desarrollados que se debería ignorar. Después de todo, este mundo a tan solo 14 kilómetros de España está "demasiado lejos".
La muerte no es más relevante según el lugar donde se ha producido, y la prensa debería tener esto en cuenta.
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