Las Coplas, como sabéis, se sitúan dentro de una extensa corriente literaria que se ocupa del tema de la muerte. Sin
embargo, la elegía manriqueña se aleja de la frialdad cultista y cargada de erudición que
pesaba en este tipo de poemas, y se llena de emoción y de un sentimiento que
acercan sus versos a la sensibilidad de cualquier época.
Esta
literatura no hacía sino reflejar la permanente preocupación por la muerte que
se sentía en el convulso periodo de la Baja Edad Media (guerras, hambrunas,
epidemias, revueltas…). Se extiende entonces una visión macabra y truculenta de
la muerte que provoca pavor, corrompe lo que había sido bello y destruye las
glorias que se levantaron en vida. Es la visión que ofrecen, por ejemplo, las Danzas
de la muerte.
Durante la Edad Media se representaban y bailaban por toda Europa estas danzas. Se trata de espectáculos en los que se presenta el poder igualador de la muerte. Aún hoy perviven este tipo de representaciones. De hecho, en Verges (Girona), cada jueves santo se siguen escenificando desde la época medieval.
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